Muchas de mis hermanas han desaparecido, otras yacen en silencio debajo de la tierra; sus sueños germinan y brotan hacia arriba para convertirse en estrellas. En mi piel traigo sus marcas, en mis labios, sus palabras; esas que con golpes, les obligaron a callar.
Conozco todos sus nombres y reconozco cada una de las historias que guardan detrás de sus ojos. ¿Las has visto? Tienen mil colores, mil formas distintas. Son de agua, de fuego, de tierra y de viento.
En sus manos se dibuja el pasado, ellas portan el hilo de algodón plateado con que nuestras madres y abuelas tejieron sus propios cantos. A veces se visten de negro y maquillan sus rostros para pelear sus batallas; otros combates se realizan en oscuridad y silencio, bajo el amparo de la luna nueva, la madre de todas nosotras.
Ellas no están solas, se tienen a sí mismas. Son montañas, árboles, olas y piedras. Ecos incansables que resuenan en cada círculo y en cada era. Hemos crecido juntas, soñando los mismos sueños y derramando las mismas lágrimas
Mis hermanas no están solas, me tienen a mí y yo las tengo a ellas…
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